CRISIS DE LAS DEMOCRACIAS DE BASE
Movimientos de base que frenan la participación, técnicos que sienten amenazado su trabajo, y políticos que no se enteran de la crisis de legitimidad.
Han aparecido nuevas técnicas y metodologías de la participación que van más allá de las maneras tradicionales de la participación ciudadana. Las formas que se han heredado de la "transición" consistían en levantar una "plataforma reivindicativa" entre unas cuantas(asociaciones o personas) y plantearla a las autoridades correspondientes. Cuando falta de casi todo la gente sigue estos movimientos, pero no así cuando algunas necesidades ya están cubiertas para los sectores medios, y cuando las necesidades se hacen más diversas o hay luchas por los protagonismos. En los 80 y 90 muchas asociaciones se metieron a hacer Reglamentos con las autoridades, adoptando el lenguaje y el estilo de la administración y los partidos. Muchas asociaciones dejaron formas genuinas de los movimientos y se plantearon ser "representativas" y que les dieran subvenciones. Mucha gente entendió que esto era una partidización y una lucha entre liderazgos más que un servicio público.
Las nuevas formas de participación de base (Planes comunitarios, Presupuestos Participativos, Agendas Locales 21, Consultas populares, Cogestión de centros, etc.) han tratado de establecer mecanismos propios, más de base y menos basados en los representantes. Se plantea que hay que hablar y consultar a todas las redes sociales, tanto a la gente asociada como a la no organizada, por ejemplo. Aparecen sistemas para reducir los protagonismos paralizantes de algunos dirigentes, o hacer asambleas no dirigistas, dividiéndolas en pequeños grupos para que todo el mundo pueda aportar. Aparecen las "votaciones ponderadas" para orientar las decisiones hacia consensos, se hacen seguimientos y evaluaciones auto-críticas, se hacen juegos de dinamización con sectores no asociados, hay construcciones colectivas de auto-diagnósticos y talleres de propuestas concretas y movilizadoras, talleres de futuro, etc.
Pero todo este amplio abanico de técnicas (manejadas en algunas metodologías participativas) las han aprendido más algunos colectivos profesionales que los propios movimientos sociales y los políticos de partidos. Y esto es un problema. Un/a técnico o equipo profesional habla con un político inquieto (pero sobrecargado con sus reuniones de partido y de administración) y acuerdan hacer algún proceso participativo. El peso real lo llevan los técnicos, que aplican sus metodologías más o menos según las que sepan. Son como "tuertos en el reino de los ciegos", y aunque no lo hagan muy bien superan con cierta facilidad las formas tradicionales en las que casi nadie ya confía. Además como los políticos no suelen enterarse mucho de estas nuevas formas siempre se les puede echar la culpa de que están paralizado el proceso si no sale tan bien como debería. Y ciertamente hay muchos políticos que les encanta hablar de participación, pero cuando se pasa a algunas técnicas y métodos que no controlan se asustan y no quieren ceder ni un poco de autonomía hacia los movimientos.
Ciertamente hay bastantes contradicciones entre la estructura administrativa (no pensada para la participación ni de la ciudadanía ni de lo/as técnicos) y las nuevas formas de metodologías de base. No pocas experiencias se paran cuando se cambia al profesional o a la política que tomó la iniciativa. O bien algún técnico/a "secuestra" como propia la experiencia en cuanto domina algunas técnicas, sin entender la lógica de fondo que apunta a las democracias participativas. Arrastramos muchos vicios de las formas y estilos patriarcales, competitivos y autoritarios, también entre los que nos denominamos progresistas o alternativos. A pesar de todo existen ya suficientes casos experimentados para demostrar, aunque sean pocos, que estas nuevas formas funcionan mejor que las tradicionales en casi todas las comunidades.
¿Con quienes podemos contar?
¿Y los movimientos sociales, y las asociaciones y colectivos alternativos? Hay de todo, por ejemplo podemos ver a los "herederos de la transición", a los "antagonistas de la globalización", a los "caza-subvenciones", y a los "innovadores que mezclan". Los "herederos de la transición" aún siguen con lo que aprendimos en aquellos años pero sin renovarse, y pensando que la gente tiene que ir a las asociaciones a ver lo héroes que ellos son, en vez de salir a escuchar lo que hay en la calle y los nuevos planteamientos de otras redes y sectores no organizados. Contar las batallas de la transición asusta más que atrae a sectores nuevos, y además en la transición no lo hacíamos tan aburrido como ahora lo cuentan algunos. Había bastante innovación, asambleas abiertas, casi nada de reglamentos, y lo partidario era necesariamente clandestino. Algunas Asociaciones de Vecinos, por ejemplo, parece que empiezan a cambiar y a mostrarse menos partidistas y con nuevas formas participativas, pero aún son minoría.
Desde la lucha contra lo OTAN, desde los movimientos "okupas", radios libres, etc. hay una nueva generación de movimientos cuya referencia ya no es la "transición" si no la globalización o mundialización capitalista. Estos colectivos, en general, están muy desconectados de las administraciones y de las asociaciones tradicionales, pero también de las nuevas metodologías participativas, de las que desconfían por provenir muchas veces de sectores profesionales o administrativos, y porque además no fomentan el enfrentamiento directo con el sistema. No todos los colectivos son iguales, y hay buena parte que no les basta su vanguardismo crítico-crítico, que les pude aislar de la gente por sus prácticas a veces sectarias. Bastantes están mezclándose con otros colectivos, en plataformas, foros o procesos comunitarios, aportando críticas muy interesantes que desbordan las formas tradicionales de aplicar la participación ciudadana, y que así también contribuyen a desarrollar las metodologías participativas.
Claro que también existen bastantes asociaciones, ong´s, colectivos, etc. "caza-subvenciones". En principio no está mal, pues el dinero público no tiene porqué ser gastado por una administración burocrática como le de la gana en base a las pocas ideas de sus políticos. Es preferible que confluyan muchas iniciativas para subvenciones y ayudas al "tercer sector" no lucrativo y no gubernamental. El problema aparece cuando no se cumplen esas iniciativas y finalidades, sino que este medio se acaba por convertir en el principal fin. Todo se cambia a veces para coger la subvención y sobrevivir, y además esto lleva a la pelea entre colectivos, a las influencias con los partidos, y hasta a pequeñas o grandes corruptelas. A veces incluso se usan técnicas llamadas participativas para que se justifiquen algunas prácticas sectarias o corporativas, pero esto es ir en contra de las lógicas de fondo, que deben hacer transparente el proceso y desbordar los estilos nocivos que aún hay en algunas asociaciones.
En un campo de colectivos y asociaciones tan amplio hay también otras posiciones de "iniciativas mixtas" que tratan de mezclar formas tradicionales y nuevas, y que las ayudas sirvan para procesos transparentes y colectivos. Mezclar todo esto no es garantía de nada, pero saber aprovechar algunas tradiciones de asambleas, fiestas, o comisiones de trabajo abiertas y eficientes, no tiene porqué ser negativo. Mezclar esto con una crítica fundada de la globalización capitalista como base de los problemas que tenemos, parece un buen ejercicio de salud mental, aunque tampoco sea suficiente para llegar a la gente y su vida cotidiana. Agarrar las subvenciones y exigir trasparencia y participación colectiva en las decisiones sobre cómo y porqué se conceden es también un sano ejercicio democrático. No solo existen asociaciones patriarcales con líderes que ejercen como tales, no solo existen colectivos sectarios encerrados en sus verdades narcisistas, la mayoría intentan otras formas aunque no sepan bien por donde ir. Al menos podemos hacer un mapeo de los colectivos y sectores más afines y aquellos otros con los que podríamos contar para alguna propuesta concreta.
¿Qué se puede hacer?
Entre lo/as técnicos y política/os es más fácil y frecuente que se den los estilos de poca participación, porque sus propias estructuras burocráticas son patriarcales, sectarias, y muy proclives a los clientelismos, corporativismos, etc. Las metodologías participativas aunque hoy puedan venir desde instancias oficiales o profesionales, tienen mucho más sentido si provinieran desde los propios movimientos sociales. Si hoy se frenan o se desnaturalizan no es solo porque algún profesional o político contribuya a ello, sino sobre todo porque los movimientos sociales no las están reclamando, y mostrando con ello que son caminos que nos pueden llevar a las democracias de base:
1.- Todas las metodologías "nuevas" en realidad son sistematizaciones aprendidas en los propios movimientos sociales, que es donde han nacido, a veces desde experiencias particulares, pero que se han ido generalizando. Algunos profesionales que estamos en contacto con los movimientos hemos contribuido a esta tarea, y por eso se han ido conociendo más en medios técnicos que entre la ciudadanía. Por eso es imprescindible que los movimientos se doten de sus propios sistemas de reflexión y de auto-formación. En la colaboración entre movimientos sociales y profesionales concienciados hay una gran potencialidad que ya se demostró para otras finalidades en la transición política.
2.- Ante la confusión de los políticos, profesionales y las propias asociaciones, los movimientos pueden poner sus propias estrategias con mayor legitimidad sobre la participación que nadie. Son quienes pueden desbordar creativamente a las burocracias y a los elitismos, como siempre lo han hecho históricamente. El que haya algún político y algunos profesionales que seamos sensibles a esto no es lo común. Lo habitual es que los políticos defiendan su representatividad como exclusiva, y como si no hubiese otras legitimidades que el voto. Y los profesionales es normal que defiendan su puesto de trabajo como si solo ellos supieran del tema. Son los movimientos quienes tienen que recordarles que tanto unos como otros deben estar al servicio de las necesidades construidas colectivamente por la propia gente, como se defiende en las democracias participativas.
3.- Se trata de un largo camino, de varias generaciones, que se está iniciando en todo el mundo con el cambio de siglo. La generación del 68 dio algunos pasos en la dirección de superar las democracias elitistas de los partidos tradicionales, tanto como criticar las burocracias de planificación estatalista. Pero aún siguen ahí bipartidismos en USA y Europa con gran desconfianza de sus poblaciones, o las burocracias de China o Irán controladoras de la población. En algunas democracias latinas, al modo de Porto Alegre, Villa el Salvador o Cotacachi; o en la India con el modelo de Kerala y otros, van apareciendo nuevos referentes, y el Foro Social Mundial ha sido capaz de mostrar que algo se está moviendo.
Para muchos es un camino lleno de trampas, incierto,... pero creativo. En todo caso es el escenario para las luchas políticas y sociales de este siglo, y es donde nos parece a algunos que vale la pena implicarse e innovar con los colectivos que están apostando por ello.
Tomás Rodriguez Villasante
Miembro del CIMAS, Observatorio Internacional de Ciudadanía y Medioambiente Sustentable
jueves, 4 de septiembre de 2008
Crisis de las democracias de base
Publicado por Moderador en 2:58
Etiquetas: Organización, Textos
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario