TANTO (DESTROZADO) PARA TAN POCO (BENEFICIO)
Desde que se produjo el proceso de información pública del proyecto de construcción de la Autopista de Málaga (tramo: Alto de las Pedrizas-Torremolinos, en el trazado comprendido desde el mencionado Alto de las Pedrizas hasta su enlace con la futura Ronda de Circunvalación Oeste de Málaga -conocida popularmente como hiperronda-, en el término municipal de Málaga, en la zona del Puerto de la Torre), hemos intentado conocer las alegaciones del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos (Demarcación de Andalucía Oriental) puesto que, según algunas fuentes, tenían mucho interés.
Después de muchos meses de búsqueda ya tenemos ese documento
Con este proyecto ha venido a suceder lo de siempre: su aceptación silenciosa o, como ha ocurrido con algunos medios de comunicación, su recepción entusiasta con apelaciones genéricas a las infraestructuras como supuestos motores de "desarrollo" -especialmente a las viarias- sin pararse en ningún otro tipo de reflexión. El trazado de una nueva autopista podría pasar por encima de la catedral de Málaga y serían pocas las protestas ante tamaño desaguisado.
Algo parecido sucede con el tramo Alto de las Pedrizas-Torremolinos de la Autopista de Málaga. En nombre del desarrollo y de las necesidades cada vez más voraces de los flujos automovilísticos se 'objetiviza' y, lo que es peor, no parece existir alternativa alguna. Si alguien plantea objeciones será tachado de técnicamente insolvente o de taliban. Nos parece evidente que ninguna de estas dos circunstancias se pueda argumentar con respecto al Colegio de Ingenieros.
De sus alegaciones sobresale la posibilidad de una alternativa: la reformulación de la actual autovía Las Pedrizas-Málaga. Literalmente se dice:
"Estimamos ahora, sin embargo, más viable la continuidad de la autovía por la actual de Las Pedrizas-Málaga con la implantación de un tercer carril en cada calzada de ella, conservando la orientación actual de la autovía Córdoba-Málaga, porque no existen graves obstáculos técnicos para su ejecución ya que cada una de las calzadas tiene la plataforma preparada para facilitar esa acción. El nuevo acceso -prosigue el Colegio en sus alegaciones- sólo en vía rápida, con o sin peaje, permitiría salvar la dificultad temporal que entrañaría la ampliación del actual acceso en autovía, sometida a un creciente incremento de tráfico y con la presencia de angosturas en los enlaces actuales con la actual ronda exterior de Málaga. Otras futuras soluciones, más amplias e interiores, que sirvan la movilidad transversal, podrán recoger innumerables accesos análogos al propuesto; orientándolos hacia diversificar la red propia de la fuerte conurbación Este-Oeste, que debe seguir centrada en la ciudad de Málaga y su puerto".
Su impacto ambiental, aunque con un cierto laconismo y con algunas imprecisiones, se califica de grave, ampliando este argumento para los casos del arroyo Cauche y el Barranco del Sol: "A pesar de los numerosos viaductos y el largo túnel, resulta un tramo que, con doble calzada, agrede sobremanera a un paraje de exuberante vegetación mediterránea, de densa población rural, con distribución de viviendas de gran calidad ambiental y que se perjudicará gravemente como hábitat natural y humano bajo ninguna protección legal y cuya ausencia de enlaces en la nueva vía impedirá cualquier amparo".
No resolverá los problemas de conexión con el Valle del Guadalhorce y la Costa del Sol Occidental, ampliando los ya existentes en el municipio de Málaga: Creará "graves problemas de congestión urbana en un entorno de población de alta densidad". Las alegaciones se refieren a su conexión con la segunda circunvalación en el Puerto de la Torre. Ambas se entienden independientes en el tiempo y en el espacio. Además, se postula la conexión desde el km 8,5 en Almogía con la autovía de Málaga a Cártama.
En realidad, se concluye: "La autopista Las Pedrizas al Valle del Guadalhorce y la Costa del Sol es una necesidad perentoria por su trascendencia para el área metropolitana. Requiere un amplio estudio territorial y no limitado a un solo concepto de dar continuidad de trazado en autopista, lo que podría por el citado tercer carril en la existente, hasta que se oriente sagazmente el crecimiento de la conurbanización bajo el imperio de las demás administraciones".
No vamos a comentar estas alegaciones, algunos de sus párrafos hablan por sí solos y más aún si analizamos concienzudamente algunas cuestiones técnicas que plantean. Pero no queremos insistir más en un enfoque de esta naturaleza en torno a las consecuencias que creemos se derivarán de su construcción. Un territorio puede ser agredido, como sucederá con esta parte de los Montes de Málaga, precisamente por su vacío demográfico que impide una base social suficiente y capaz de oponerse, frente a la presión de la lógica de estas infraestructuras, a este tipo de proyectos. También, sin duda alguna, se puede plantear gracias al desconocimiento existente sobre esta parte de los Montes de Málaga, que muchísimos malagueños nunca han recorrido.
A los discursos políticos y técnicos apenas podemos oponer la calidad de un paisaje y las razones de las gentes que lo habitan. Las razones del sentido común y de la
sensibilidad; del derecho a la vida y al silencio; las razones de plantas y animales, de laderas y colinas, de valles y ríos.
La necesidad de poner límites a lo que ha sido hasta ahora el progreso queda literalmente desarticulada frente al discurso autista del Ministerio de Fomento, con independencia de la ideología de sus ocupantes más o menos momentáneos. Lejos de ser capaces de producir un discurso para unos necesarios tiempos nuevos, los políticos se reiteran en sus viejas concepciones del avance y del progreso social, perdiendo una oportunidad histórica. Sin embargo, seguimos esperanzados en un cambio de registro basado en la sensibilidad de sus nuevos rectores.
A estas razones se oponen siempre la objetividad absoluta de la circulación de los flujos, el derecho inalienable de las infraestructuras de transporte para destrozar paisajes, serenidades, vidas y recursos únicos -nos da exactamente igual que tengan o no algún tipo de protección jurídica. En los días festivos de primeros de mayo se llegó a pedir disculpas ante las insuficiencias de la red madrileña para dar salida casi simultáneamente a unos 400.000 vehículos. Nos hubieran parecido muy oportunas algunas consideraciones: ¿por qué millones de madrileños abandonan su ciudad a la menor posibilidad? ¿Cómo se fundamenta que los recursos públicos deban necesaria e irremisiblemente ser aplicados a la solución de este tipo de problemas? ¿Qué intereses se resguardan tras la 'objetivización' de una carrera sin fin para continuar aumentando las dotaciones de este tipo de infraestructuras?
En nombre de ganancias exiguas de tiempo en los desplazamientos, se elimina irreversiblemente un paisaje, se rompe un territorio que, en este caso concreto, es la expresión de un proceso histórico de humanización de gran hondura. Cuando ya no nos quedan razones y argumentos técnicos -o al menos eso se nos dice desde el silencio autista de unos y otrossólo nos cabe la posibilidad de una letanía con los nombres y las circunstancias de algunos de los que allí habitan: Mariano, un empresario hostelero, cuando salga al exterior de la casa que allí posee, heredada de sus suegros, encontrará la vista maravillosa de uno de los muchos viaductos del trazado. Hasta la fecha, desde su porche, nada rompía el silencio del atardecer y sus colores morados y amarillentos. El lento discurrir del arroyo Coche (Cauche) es la música de fondo que acompaña la vida de Paca y Antonio. Ellos y sus hijos se sienten de esas tierras, donde sus gentes han sido desde que se tiene memoria. Se dejará de oír el extraño fandango que canta Antonio cuando le apetece o se hace fiesta. Paca cocina una de las mejores tortillas de habas que nunca he comido. Son gente buena y hermosa.
Michel y Mick vinieron de Inglaterra. Son dos de tantos guiris que han decidido vivir aquí y empezar de nuevo en el Arroyo Cauche. La casa que restauraron la están vendiendo, se van. Dejan aquí muchos recuerdos, esfuerzos e ilusiones. No entienden cómo también ha llegado hasta esta parte de los Montes de Málaga el mismo agobio del que huían.
Paca y Pedro se casaron y montaron una venta -la venta Pedro-, ahora que esta zona comienza a ser un referente gastronómico, un lugar de descanso para los habitantes del área metropolitana. Probablemente soñaban que las nuevas pandas de tontos llegarían hasta su venta en el solsticio de invierno y renacerían en el terreno la puja y el choque. Que su venta sería un lugar donde florecería la fiesta y sus revezos.
La casa de Marina, una de las más hermosas de la zona, no se verá afectada directamente. Sin embargo, amante del silencio y la meditación, su mundo será roto por el ruido. Sobre las macetas de su porche se 'posará' ese polvo negro de la polución y no tendrá el ruido de fondo de los pajarillos, de los sinuoso movimientos de algunos animales o de la vegetación al ser agitada por el viento y las brisas. El ruido permanente del tráfico continuo acompañará su vida. Virginia y Rafael huyeron de lo que ya iba siendo la ciudad hace muchos años para vivir en los Montes de Málaga. Huyeron de Málaga pero no para ensimismarse: Virginia sigue enseñando literatura y teatro y Rafael lucha contra la enfermedad, la miseria y la marginalidad de las gentes del núcleo Palma-Palmilla como médico. Virginia ya no tiene palabras para expresar el sufrimiento que le produce la situación. No comprende nada. Sigue luchando y lo hará hasta el final. Con ella la oposición a la autopista se armó de razones y poesía. Rafael, ahora, después de años de activismo, calla.
Se la puede ver buscando duendes. Allí creció y se hizo una mujer hermosa. Yasira conoce bien los secretos de esta parte de los Montes de Málaga y sabe cuáles son los lugares donde habitan los duendes, los pájaros y las mariposas. Conoce donde están las aguas más cristalinas, la 'compaña' y la soledad de estos montes a veces duros y agrestes. Todos están de acuerdo en que su danza la extrae del ritmo que aquí habita. Su mirada remite a los colores de la primavera del arroyo, a los misterios de escondidas brujas con escoba y de los pequeños dioses que viven entre las flores desde donde, cuando llega el solsticio de invierno, se esconden en los sombreros de los fiesteros. Nunca ha creído que el mundo fuera susceptible de ecuación o fórmula matemática pues sabe que las piedras son duendes, las flores hadas de colores y las mariposas fragmentos de alas de ángeles. 'Garríos' y su familia: Antonio es el cabrero de las cabras rubias, como aquella que llevé por la calle Larios en la primera manifestación de estas gentes y que tanta crítica suscitó: "Cómo se atreve a recorrer la calle emblemática de la ciudad con una cabra". No estoy como una cabra, aunque tampoco sé exactamente qué relación existe entre el ser de una cabra y estar más o menos loco. Era una metáfora. Este cabrero está en el programa para la recuperación de la cabra autóctona malagueña, una de las salidas económicas más claras para esta zona, respetuosa con el medio y capaz de devolver la dignidad al mundo rural.
Tiene ojos soñadores y exóticos. Le han servido para conocer todo sobre la fauna de esta parte de los Montes de Málaga. He visto a Lucía, en el bosque de Ibiza, seguir durante horas los rituales de las lagartijas al sol. Ama todo lo vivo y parece acariciarlo con los ojos. Escribe y sueña. Se está abriendo a la vida. Su padre, Dieter, alemán, fue el guiri pionero que descubrió la belleza profunda y dura de estas tierras.
Pepa y Antonio viven más lejos, en Los Portales. Desde su casa se contempla el río Guadalmedina y la lenta urbanización y degradación de sus riberas. No serán afectados directamente por la autopista. Allí también vive María, la hija de Pepa. Aquí los contactos de los más jóvenes desde pequeños se han concretado en una generación de jóvenes sensibles, casi todos ellos bordeando el ser artistas. María ganó un premio de redacción sobre el Quijote hace pocos días.
Había escrito lo siguiente: "Me contó -don Miguel de Cervantes que su novela había sido muy famosa en un tiempo en que todavía existían hombres idealistas, soñadores y dispuestos a cambiar el mundo, como Don Quijote. Mas ya no queda gente así, el ser humano se ha convertido en una máquina que sólo ambiciona poder y dinero. La tierra se vende a precio de oro, las inmobiliarias especulan mientras que las familias se endeudan para toda la vida por una casa donde vivir. Los hombres roban la tierra a los ríos, pero el agua siempre sigue su cauce, es más poderosa que el cemento. Firman su propia muerte matando la naturaleza, pero están ciegos por el brillo del dinero. Ya no existen los sueños, vuesas mercedes ya no recorren su camino y yacen en el olvido. Sólo pueden volver a vivir a través de la memoria, a través de la lectura".
El abuelo de Jacques, el holandés, era de Baambrugge y llegó con doce años a Amsterdam como aprendiz de pastelero. A principios del siglo XX abrió su propia tienda, la Maison Meerman, en la calle Van Baerlestraat. Era un experto en los edificios de azúcar, un arquitecto o ingeniero de lo dulce. Su padre siguió la tradición. Hacía unos deliciosos huevos de caramelo rellenos de nata montada. A veces, cree que todo esto de la autopista, que destruirá literalmente su casa, donde traduce libros y escribe los suyos propios, es un sueño, como si el viaducto que literalmente se la romperá fuera de azúcar y entre todos, a chupetones y lametones, pudiéramos deshacerlo.
Luis Torremocha, psiquiatra, que heredó sus tierras de su gente. Tiene su casa de encuentros en el Arroyo Cauche... A Julio 'el policía' su casa se la lleva literalmente la autopista. José Luis Oyarbide, al que todos conocen como el vasco del PSOE, dejará el paisaje que hoy contempla. Y una larga lista de gente que, sin tener clara conciencia, van a ver sus vidas destrozadas, como Juan, Antonio o Toñi, de Santa Catalina-Verdiales.
Pero en estas tierras que fueron castigadas por la emigración no sólo han llegado guiris más o menos ricos. También la última de los más pobres: aquí están comenzando sus vidas Omar, Aisha, Josuf, Hafe. La gente los ha recibido bien, los ayuda y apoya. Nada podrá sustituir a sus tierras y sus gentes, nada podrá con su desarraigo obligado. Pero se sabe que están acompañados. Muchos días el olor al pan recién hecho de Aisha se confunde con el de los panes que hicieron generación tras generación las gentes de aquí en los hornos de sus lagares. Todos ellos han ido mejorando los antiguos lagares, las tierras. Han traído suelo, plantas, árboles y hasta una imagen del Cautivo, al que creyentes y no creyentes solicitan un milagro. Con ellos han renacido las casas del Barranco del Sol, una de las cunas de los verdiales, donde en los viejos lagares abandonados hace pocos años aún podían encontrarse las fotografías de las distintas generaciones que allí vivieron.
Todos ellos han traído la vida a este poblamiento diseminado, donde vivir no es siempre fácil. Se han juntado 'catetos', guiris, urbanitas arrepentidos, fiesteros, cabreros, campesinos... que han formado una inteligencia colectiva -también una sensibilidad- que no entiende las razones esgrimidas para la construcción de la autopista. Creen tener más importancia que la rapidez, los coches, el progreso, el crecimiento, la modernización... Tampoco entienden nada ranas, jabatillos, ruiseñores, almendros, viñas, encinas, colinas, senderos, cabras, matorrales... Simplemente desean seguir con sus vidas tal y cual son hoy. Como escribimos en otro lugar: tanto (destrozado) para tan poco (beneficio).
Alfredo Rubio Díaz
Doctor en Geografía urbana. UMA
miércoles, 10 de mayo de 2006
Tanto (destrozado) para tan poco (beneficio)
Publicado por Colaborador en 13:52
Etiquetas: Movilidad, Sostenibilidad, Textos
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