martes, 27 de enero de 2009

Los que no tenemos Derechos

LOS QUE NO TENEMOS DERECHOS

Tras una noche durmiendo mal, intentando soslayar el ruido insoportable del generador de electricidad, que tenemos en el monte de enfrente para que no se congele el cemento de uno de los pilares de la autopista “Las Pedrizas-Málaga”, me levanto a las 6:20 para ir a trabajar medio muerta de sueño. Al finalizar la jornada, no me siento satisfecha: pérdida de concentración y malhumor me acompaña durante toda la mañana y afecta a mi trabajo. Hoy ha sido un mal día. Voy al supermercado, pues recuerdo que tenía algunas cosas que comprar esenciales, y sueño con llegar a casa y descansar, si me deja el ruido, claro.
Estoy, por fin, cerca de casa, pero veo con horror que dos enormes grúas me cortan el camino. Son las 16 horas. Necesito comer y descansar. Pulso el claxon con toda mis ganas, nadie hace caso.
Bajo del coche e increpo a las personas que me encuentro: ¡No tienen derecho a impedirme el paso a mi casa!. Nadie hace caso. En vista de la indiferencia, me dirijo directamente a uno de ellos. ¿Cuánto tiempo me van a detener? . Me mira con cara de pocos amigos y, malhumorado, me contesta de no muy buenas formas. No sé, señora, yo soy un “mandao”. Los mandaos nunca saben nada, lo destrozan todo y, cuando preguntas qué están haciendo, o qué van a hacer, siempre contestan lo mismo. Llamaré al ingeniero, que es su jefe. Haga lo que le dé la gana, a mí me da igual Siento que la irritación me sube. ¿Usted no ha recibido el aviso?, me pregunta. ¿Qué aviso?, aunque lo hubiera recibido, que no es el caso, ustedes no pueden cortar el carril, tengo derecho a salir y entrar a mi casa cuando me dé la gana. Me da la espalda y sigue a lo suyo, es decir, a destrozar lo que es de todos.
Es increíble el desdén y la humillación a la que nos tienen sometidos. Me siento acorralada. Detrás de mí varios todoterrenos blancos de la empresa esperan pacientemente. No puedo moverme. Nadie parece percatarse de mi existencia, pasan a mi lado sin tan siquiera mirarme. No existo. Cada vez más indignada grito al aire, ¿Puedo saber cuánto tiempo he de esperar?
Hace frío, está lloviendo y el viento sopla cada vez con más fuerza. Me refugio en el coche, estoy mojada y los pies congelados. Intento llamar por teléfono al ingeniero, no contesta, probablemente estará comiendo o en alguna reunión importante bien calentito, planeando nuevas invasiones, más horrores. Comienza a granizar, y sigo en el coche buscando una voz que
me conteste al teléfono. .. “servicio limitado”. No hay cobertura. Las moles de cemento que levanta la grúa se alzan sobre el cauce del río y sobre mi coche. Pienso que si se desprende uno de ellos, me mata, seguro, pero tengo frío y no me muevo. Estoy furiosa, desesperada...Llamo una y otra vez. Pasa el tiempo son las 16:30 horas, las 17 horas. Una hora de espera. Nadie me mira, pienso que para ellos soy tan insignificante como los árboles arrancados, como el río, como el monte arrasado...Nada les detiene en su avance destructivo. En un nuevo y desesperado intento, consigo hablar con la persona encargada (y no es broma) de medioambiente de la empresa, le explico mi situación y me dice que viene para acá. Veinte minutos más tarde la veo aparecer, no sé si le hablo en un tono más alto de lo políticamente correcto, pero seguro que detecta en mí que estoy al borde de un ataque de nervios. No salgo del coche, estoy tiritando, la humedad y el cansancio empiezan a hacer mella. La veo discutir con los trabajadores, que no, que no pueden cortarme el acceso a mi casa . Pasan unos minutos de negociación y viene con cara preocupada. Van a desmontar la grúa y podrás pasar. Son las 17:30 horas. Llego a casa a las 17:45. No sé si es hora de comer, ya no tengo ganas, tampoco puedo descansar, estoy nerviosa, todo mi cuerpo tiembla. Mi ritmo se ha visto alterado. Mañana será peor, me digo, estarás más cansada, no podrás rendir en tu trabajo y ¿a quién le importa? Me han robado tiempo y serenidad. No se lo perdono.



Virginia Téllez Rico
Miembro de la Plataforma Autovia No (Casabermeja)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Parece como si la parlamentaria Auken, redactora del Informe que se debate en estos momentos en Bruselas, hubiese estado pensado en vosotros, que invertisteis vuestros ahorros para ir a vivir lejos de la ciudad a un lugar tranquilo...no es exactamenente sobre lo mismo, pero sus efectos se parecen tanto
"conforman los abusos al que están sometidos miles de ciudadanos europeos quienes, como consecuencia de los planes elaborados por los agentes urbanizadores, no sólo han perdido sus bienes legítimamente adquiridos, sino que se han visto obligados a pagar el coste arbitrario de proyectos de infraestructuras a menudo no deseadas e innecesarias que afectaban directamente a sus derechos a la propiedad y que han acabado en catástrofe financiera y emocional para muchas familias"
Un abrazo solidario Paco