jueves, 31 de diciembre de 2009

La autopista de peaje ataca de nuevo




SACYR VUELVE...


La noticia se ha celebrado en los medios a “bombo y platillo”. La malhadada carrera financiera de Sacyr parece sacar pecho, no se sabe muy bien de dónde, para continuar con la construcción de una Autopista que nunca debería haberse iniciado. Pero, como suele ocurrir, las voces que llamaban a la sensatez fueron acalladas, amordazadas, por el griterío de unos medios, de unos políticos, de una población que sigue sin creerse la que está cayendo. Sacyr asegura poder financiar la Autopista con recursos propios (¿cuáles?, ha caído un 43% en bolsa desde Septiembre, a pesar de habérseles concedido importantes obras en el canal de Panamá) y ajenos. Esto de los recursos ajenos nos tiene un poco mosqueados, porque ¿cuáles son esos recursos ajenos a los que tan aficionados son nuestros empresarios? ¿Por qué no se mencionan? ¿Son acaso tan vergonzosos que hay que ocultarlos? En cualquier caso, algo huele mal en todo esto, por no decir que todo huele bastante mal.

Nos tememos que se sigan haciendo las obras como hasta ahora han hecho, ignorando la normativa de impacto medioambiental, abriendo cientos de carriles para el acceso de la maquinaria (minimizados en la normativa), provocando taludes y erosiones en un terreno descarnado que se les desploma encima de sus estructuras abandonadas. Se fueron y nos dejaron casi medio año con un paisaje traumatizado, como si hubiese caído una bomba. Una naturaleza que, en ese descanso, se ha ido degradando, horadando grietas en el monte que antes no existían, escupiendo el hormigón inyectado en la montaña, y que no ha frenado el desprendimiento, vomitando enormes rocas que vuelven a amenazar esa prótesis de hormigón ajena, extraña y maldita, erigida en honor del modelo que nos consume y consumimos.
Sacyr vuelve, y el temor, el pálpito del corazón se acelera, la Navidad se nos entristece con una amenaza sobre nuestras cabezas, otra más. De nada sirven las advertencias que día a día no está enviando la Naturaleza, de nada sirve. Nos tememos que esta vuelta a la desesperada, de financiación oscura, puede ser aún peor. Si antes, aparentemente con una economía a flote se hicieron barbaridades sin nombre, eso sí ignoradas por las distintas administraciones "incompetentes", ¿qué no harán ahora?. ¿Podemos esperar que cumplan con las medidas correctoras y de recuperación de todo lo que han destrozado?. El carril por el que circulamos los vecinos y el autobús escolar está lleno de obstáculos: agujeros cada vez más difíciles de evitar, desprendimientos de piedras, estrechamientos con un suelo donde se amontona la tierra y las piedras; por no hablar de las roturas de las tuberías del agua que no soportaban el paso de esa enorme maquinaria, agua que corría casi cada semana a lo largo del carril, mientras los vecinos nos quedábamos sin ella; o del río cuyo cauce fue violado, que arrastra toda esa tierra descarnada de los montes despoblados de su vegetación, y que ahora se han convertido en vertederos. Así lo dejaron, así nos dejaron. ¿Qué podemos esperar con esa extraña financiación, con esa búsqueda del beneficio rápido que les salve la cara para futuras concesiones? ¿De dónde van ahorrar?: ¿de la seguridad?, ¿de la recuperación del entorno?, ¿de las medidas protectoras?. Sirva esta muestra para desenmascarar el discurso de nuestro Gobierno sobre el cambio de modelo que se pretende con la Nueva Ley de Economía Sostenible. No vemos ni un ápice de arrepentimiento, ni un ligero desvío en la continua depredación del territorio. Se siguen proyectando macroproyectos urbanísticos en la provincia de Málaga, se sigue apostando por las grandes infraestructuras, olvidando o, mejor, ignorando las voces que piden un transporte público, un tren de cercanías, un medio de comunicación más humano y más respetuoso con la Naturaleza.

No, no se diseñan las ciudades, ni los pueblos para los ciudadanos, sino para engrosar beneficios económicos de unos pocos, o para salvar a empresas como Sacyr de la quiebra. Salvemos a las empresas que nos han hundido, salvemos a la Banca y hundámonos todos los demás. El sistema capitalista niega las evidencias y sus discursos reiterativos y persistentes se graban en los frágiles cerebros de los ciudadanos convenciéndoles de que no pasa nada, de que lo importante es que consuman, canten villancicos y vivan en la felicidad de la inconsciencia.


Virginia Téllez Rico

Plataforma Autopista No (Casabermeja)

No hay comentarios: