miércoles, 21 de enero de 2009

La crisis del agua en Málaga

LA CRISIS DEL AGUA EN MÁLAGA
en el contexto de la crisis ecológica global


Que estamos en crisis es un tópico. Que esta crisis, además de un fuerte perfil socioeconómico, supone una ominosa amenaza ambiental a nadie se le oculta. Las llamadas urgentes a la acción datan del Informe Brundtland (1987), y hoy (IV Informe sobre Cambio Climático, Evaluación de los ecosistemas del milenio de Naciones Unidas, 2005 y el “pico” del petróleo) la hacen, si cabe, más dramáticas y perentorias. Por poner un ejemplo NNUU (IDH, 2007-08) advierte que para no sobrepasar los 2ºC en las temperaturas medias, lo que sería gravísimo, es necesario que los países enriquecidos bajen sus emisiones en torno al 90% respecto a 1990, en 2050. ¡Casi ná!

La crisis es de recursos y sumideros. Pero también de interrelaciones. El agua y los ecosistemas acuáticos están en profunda crisis, en Málaga y en el mundo.
La Directiva Marco del Agua (DMA), referida a Europa, es una contundente respuesta a este estado de cosas. Tiene sus trampas para que los gobiernos y las multinacionales la burlen, pero su espíritu desde la primera a la última página es inequívocamente medioambiental. Por eso, la Agencia Andaluza del Agua anda mareando la perdiz con las exigencias de aplicación y de participación efectiva de todos los ciudadanos.

Las tres cuestiones que se plantean en Málaga, y en el mundo, son las relativas a la recuperación de los ecosistemas acuáticos (ríos, humedales, aguas marinas, de transición y subterráneas), las que tienen que ver con la calidad de las aguas (especialmente la del agua alimento) y la relativa al imperio de unas pocas multinacionales en lo relativo al negocio del agua embotellada y de la privatización del abastecimiento, como el caso del Canal de Isabel II.

De acuerdo con el Estudio General de la Cuenca Mediterránea Andaluza, elaborado por la Agencia Andaluza del Agua, en 2007, en cumplimiento de la DMA, en Málaga:
más del 40% (41 sobre 102) de todos las masas de agua están en riesgo alto de no cumplir los p
receptivos objetivos medioambientales de la DMA, el 51% (52 sobre 102) de todas las masas están en riesgo medio o bajo de no cumplir
y sólo un 9% (9 de 102), pueden cumplir si no se producen deterioros adicionales, hasta 2015.

Los ecosistemas exigen (y así lo prescribe la DMA) que se cumpla el principio de NO DETERIORO y que para 2015 (salvo causas graves que lo impidan) se recupere su buen estado ecológico, que viene a ser, según el texto invocado, el “más próximo al estado inalterado” de la masa en cuestión. Por ello los ríos de Málaga, exigen más caudal ecológico (entre el 50 y el 80% de
su caudal natural, según los trabajos de García Jalón para la Cuenca Mediterránea), y exigen respetar todo el territorio fluvial y su morfología. No es admisible lo que se ha hecho con el arroyo Toquero o con el río Chillar o con el Sabar. Ni es de recibo el intento reiterado de extraer más agua de río Grande, o del Guadiaro para que la ciudad o la Costa la despilfarre con césped, golf o tuberías en mal estado. El agua hay que repartirla entre los ecosistemas y la sociedad, por la cuenta que nos trae

La calidad de las aguas de boca es esencial porque son alimentos imprescindibles e insustituibles para los seres humanos. La DMA exige que lleguen a las potabilizadoras en el mejor estado posible
para disminuir los tratamientos. ¿Por qué? Porque, según la propia Comisión Europea (Libro Verde del Medio Ambiente Urbano, 1991), la potabilización con cloro da lugar a compuestos –trihalometanos- que son cancerígenos y mutágenos. Cuando en 2009 se rebajen los mínimos permitidos de estas sustancias la mayor parte de las ciudades, entre ellas Málaga, no cumplirán los estándares. Por tanto es urgente proteger los acuíferos de los que mana el agua de boca. Por ello, las urbanizaciones sobre acuíferos carbonatados como las previstas en Merinos (Ronda) o en Matagallar (Coín) son un atentado a la salud de los malagueños.
Y esto enlaza con el tercer problema de Málaga y del mundo. Las cuatro o cinco multinacionales que dominan el negocio del agua en el mundo (Nestlé, Coca Cola, Betchel, Veolia, Suez, etc.) saben de
la mala calidad creciente del agua de boca y venden el recurso a precios que, a veces, son hasta tres mil veces más caros que la del abastecimiento municipal.

El siguiente cuadro explica la magnitud del negocio en España, en 2005:

Siendo el consumo del agua del grifo 444 veces mayor que la embotellada, el gasto final es similar.

Si el agua es un bien tan preciado y estratégico, de valor incalculable, que proporciona un poder omnímodo ¿a quién debe corresponder la propiedad, la gestión y el usufructo?. A las instituciones públicas, controladas y participadas de manera amplia por la sociedad, desde el agua de abastecimiento hasta el agua de boca. Ésta última con un enorme poder estratégico, por lo que afecta a la soberanía y seguridad alimentaria, y que está cayendo en poder de las cuatro multinacionales que controlan el mercado mundial. Debemos resistir todo tipo de privatizaciónes del agua.

Por último, y a modo de conclusión, no podemos abordar la calidad de las aguas sin tener en cuenta toda la cuenca, por ello si seguimos echando en Andalucía, en 2005, 40.000 toneladas de pesticidas y 250.000 toneladas de fertilizantes al año, difícilmente podremos tratar de que las aguas estén menos contaminadas. Una apuesta urgente y decidida por la agricultura sin venenos o agroecologíca se hace imprescindible para abordar la crisis del agua en Málaga



Francisco Puche Vergara, economista. Es miembro de Nueva Cultura del Territorio

No hay comentarios: